martes, 8 de marzo de 2016

Palos sí, libros no

La protesta docente en Santiago del Estero pone a prueba nuestra democracia


Así se resume la actitud del gobierno provincial ante el masivo reclamo de los docentes estatales santiagueños de un aumento salarial justo. ¿Qué piden? Que el aumento que ofrece el gobierno –ronda el 30%- se efectúe sobre su sueldo real, y no solo sobre el básico, como aquél pretende. Es que más de la mitad del sueldo real se cobra “en negro”: sumas que no contribuyen al aporte jubilatorio, ofrecidos como dones patronales antes que como retribución merecida.

Estos pagos “en negro” son parte del deterioro real del trabajo de los docentes, que no se forma solo de cifras sino de la estimación social de su trabajo. Como sabemos, en una sociedad que se proclama capitalista, el ingreso es un indicador objetivo de esa estima. Pero no hace falta capitalismo para saber que el respeto a una función social se manifiesta en los actos. Y en este caso se han producido varios que vale la pena analizar.

Con temor, si no con culpa, la que obsede al que no está cumpliendo con su parte del pacto, el gobierno dispuso cercar las inmediaciones de la Casa de Gobierno con vallas y cordones de uniformados con casco, escudo y palos de abollar ideologías, como dijo Mafalda.

Simultáneamente, un vasto operativo policial se desplegó en las rutas de acceso a la capital, para impedir la llegada de los docentes que venían desde distintas ciudades del interior. Digamos ya que se trata de Fernández, Colonia Dora, Frías y Sumampa, entre otras en las que se realizaron actos de adhesión. Pero los que querían venir, aún a dedo, se enfrentaron con un operativo represivo inédito y por cierto escandaloso: uniformados de azul anotaban nombres y deneís y los transmitían por radio a su base.

A falta de controles propios de su tarea, se dieron a controlar la circulación de docentes en las rutas, amenazando a los automovilistas que querían llevarlos. La Policía de la provincia debería decir algo, y ya lo ha dicho su titular con palabras que retrotraen a otra época: los fantasmas de la provocación y de la izquierda.

Esa latente sensación de culpa seguramente es compartida por el Frente y por su aliado Bases. El primero, porque niega, además de su discurso democrático y benefactor, el derecho de realizar actos públicos masivos con el auxilio del transporte automotor, como los que ayudaron a su nacimiento, recordemos que desde las entrañas del radicalismo pro juarista.  El segundo, porque transgrede su acuerdo de origen con los intereses de los trabajadores, y su propia historia de resistencia. No sabemos cuál acudirá primero al psicoanalista.

Ahora bien, el número de manifestantes debe ser alentado en nuestros actos y prohibido en el de los demás, parece decirnos el gobierno. Y ya lo ha dicho en lenguaje bastante claro. No es la primera vez que se niegan los conflictos y se victimiza a los portadores de la protesta: ya sucedió con las organizaciones campesinas (Mocase y otras ong’s), los integrantes y dirigentes de comunidades indígenas, los trabajadores de la salud en 2009, los obreros que construían las viviendas del barrio … de Madres de Plaza de Mayo, y la invasión al Patio de Froilán en la madrugada de un 25 de mayo.

En todos los casos hubo silencio de radio en los medios oficiales y paraoficiales. En todos los casos hubo balas de goma. En todos los casos el gobierno intentó aplastar a los opositores. Caramba, esto nos trae muchas cosas a la memoria, y lleva a sostener, aunque sea de modo provisorio, las siguientes hipótesis:

La primavera democrática del 2004 hizo soñar a muchos que había concluido una etapa. No fue así, sin embargo, y el gobierno local ha hecho todo lo posible por re-encuadernar la etapa juarista y militar, ofreciéndola como un genérico, aparentemente a bajo costo. Mientras tanto, la sociedad tomó en serio el asunto de la ciudadanía y la participación que alentaron los gobiernos de Néstor y Cristina.

El corsé que intentan poner el gobierno local y el nacional sobre la opinión pública no resistirá mucho tiempo. Pero habrá que pasarlo, y como dicen los augures oficiales este año es el más difícil, porque pondrá a prueba las fuerzas de la resistencia. A 90 días del diez de diciembre, Milagro Sala sigue presa y las balaceras en los Buenos Aires llegan hasta una murga del bajo Flores.

Calcado como un mapa sobre el papel manteca, el cuadro cierra con pronóstico reservado, pero no sin recomendaciones elementales que ni Maquiavelo se habría ahorrado en sus consejos al príncipe: “No es conveniente zaherir a los que piensan distinto, pues tal cosa los alentará hasta el punto de dejar de creer en lo que dices”.

Las primeras dos líneas partidas del hexagrama 16 del I Ching, que acabo de consultar ante el problema, anuncian un rayo sobre el lago: “Cuídese el señor de malquistarse con los pueblos de su reino, porque será como invitarlos a derrocarlo. Si se raja la olla, la comida está perdida”.

Pero hay que decir más, de modo que el paciente se sienta contenido dentro de una lógica orgánica. Algo falla en su asesoramiento político. Sostenido por su imagen galvanizada y el andador de los medios fieles, que van a los despachos sin ver la calle, va a tener dificultades para caminar en el futuro. Encerrado en un primer piso, no verá los incidentes que se producen más allá de la valla y el cordón defensivo.


Creo que la sociedad no quiere que su gobierno deje de caminar, y menos aún que retroceda o se aísle, como lo está haciendo. Luego de la anamnesis, o sea recordar su historia, salir a caminar es la receta.

3 comentarios:

  1. Brillante análisis Alberto Tasso, digno de tu intelecto por otra parte. Comprto en un todo tus conceptos. Saludos

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  2. Brillante análisis Alberto, magnánimo con el matrimonio opresor, quienes se enriquecieron tomando lo ajeno, el poder volverá al pueblo!

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