La protesta docente en Santiago del Estero pone a prueba
nuestra democracia
Así se resume la actitud del gobierno provincial ante el
masivo reclamo de los docentes estatales santiagueños de un aumento salarial justo.
¿Qué piden? Que el aumento que ofrece el gobierno –ronda el 30%- se efectúe
sobre su sueldo real, y no solo sobre el básico, como aquél pretende. Es que más
de la mitad del sueldo real se cobra “en negro”: sumas que no contribuyen al
aporte jubilatorio, ofrecidos como dones patronales antes que como retribución
merecida.
Estos pagos “en negro” son parte del deterioro real del
trabajo de los docentes, que no se forma solo de cifras sino de la estimación
social de su trabajo. Como sabemos, en una sociedad que se proclama
capitalista, el ingreso es un indicador objetivo de esa estima. Pero no hace
falta capitalismo para saber que el respeto a una función social se manifiesta
en los actos. Y en este caso se han producido varios que vale la pena analizar.
Con temor, si no con culpa, la que obsede al que no está
cumpliendo con su parte del pacto, el gobierno dispuso cercar las inmediaciones
de la Casa de Gobierno con vallas y cordones de uniformados con casco, escudo y
palos de abollar ideologías, como dijo Mafalda.
Simultáneamente, un vasto operativo policial se desplegó en
las rutas de acceso a la capital, para impedir la llegada de los docentes que
venían desde distintas ciudades del interior. Digamos ya que se trata de
Fernández, Colonia Dora, Frías y Sumampa, entre otras en las que se realizaron
actos de adhesión. Pero los que querían venir, aún a dedo, se enfrentaron con
un operativo represivo inédito y por cierto escandaloso: uniformados de azul anotaban
nombres y deneís y los transmitían por radio a su base.
A falta de controles propios de su tarea, se dieron a
controlar la circulación de docentes en las rutas, amenazando a los
automovilistas que querían llevarlos. La Policía de la provincia debería decir
algo, y ya lo ha dicho su titular con palabras que retrotraen a otra época: los
fantasmas de la provocación y de la izquierda.
Esa latente sensación de culpa seguramente es compartida por
el Frente y por su aliado Bases. El primero, porque niega, además de su
discurso democrático y benefactor, el derecho de realizar actos públicos
masivos con el auxilio del transporte automotor, como los que ayudaron a su
nacimiento, recordemos que desde las entrañas del radicalismo pro juarista. El segundo, porque transgrede su acuerdo de
origen con los intereses de los trabajadores, y su propia historia de
resistencia. No sabemos cuál acudirá primero al psicoanalista.
Ahora bien, el número de manifestantes debe ser alentado en
nuestros actos y prohibido en el de los demás, parece decirnos el gobierno. Y ya
lo ha dicho en lenguaje bastante claro. No es la primera vez que se niegan los
conflictos y se victimiza a los portadores de la protesta: ya sucedió con las
organizaciones campesinas (Mocase y otras ong’s), los integrantes y dirigentes
de comunidades indígenas, los trabajadores de la salud en 2009, los obreros que
construían las viviendas del barrio … de Madres de Plaza de Mayo, y la invasión
al Patio de Froilán en la madrugada de un 25 de mayo.
En todos los casos hubo silencio de radio en los medios
oficiales y paraoficiales. En todos los casos hubo balas de goma. En todos los
casos el gobierno intentó aplastar a los opositores. Caramba, esto nos trae
muchas cosas a la memoria, y lleva a sostener, aunque sea de modo provisorio,
las siguientes hipótesis:
La primavera democrática del 2004 hizo soñar a muchos que
había concluido una etapa. No fue así, sin embargo, y el gobierno local ha
hecho todo lo posible por re-encuadernar la etapa juarista y militar, ofreciéndola
como un genérico, aparentemente a bajo costo. Mientras tanto, la sociedad tomó
en serio el asunto de la ciudadanía y la participación que alentaron los gobiernos
de Néstor y Cristina.
El corsé que intentan poner el gobierno local y el nacional sobre
la opinión pública no resistirá mucho tiempo. Pero habrá que pasarlo, y como
dicen los augures oficiales este año es el más difícil, porque pondrá a prueba
las fuerzas de la resistencia. A 90 días del diez de diciembre, Milagro Sala
sigue presa y las balaceras en los Buenos Aires llegan hasta una murga del bajo
Flores.
Calcado como un mapa sobre el papel manteca, el cuadro
cierra con pronóstico reservado, pero no sin recomendaciones elementales que ni
Maquiavelo se habría ahorrado en sus consejos al príncipe: “No es conveniente zaherir
a los que piensan distinto, pues tal cosa los alentará hasta el punto de dejar
de creer en lo que dices”.
Las primeras dos líneas partidas del hexagrama 16 del I
Ching, que acabo de consultar ante el problema, anuncian un rayo sobre el lago:
“Cuídese el señor de malquistarse con los pueblos de su reino, porque será como
invitarlos a derrocarlo. Si se raja la olla, la comida está perdida”.
Pero hay que decir más, de modo que el paciente se sienta
contenido dentro de una lógica orgánica. Algo falla en su asesoramiento
político. Sostenido por su imagen galvanizada y el andador de los medios
fieles, que van a los despachos sin ver la calle, va a tener dificultades para
caminar en el futuro. Encerrado en un primer piso, no verá los incidentes que
se producen más allá de la valla y el cordón defensivo.
Creo que la sociedad no quiere que su gobierno deje de caminar,
y menos aún que retroceda o se aísle, como lo está haciendo. Luego de la
anamnesis, o sea recordar su historia, salir a caminar es la receta.
Brillante análisis Alberto Tasso, digno de tu intelecto por otra parte. Comprto en un todo tus conceptos. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Marcelo, un abrazo.
EliminarBrillante análisis Alberto, magnánimo con el matrimonio opresor, quienes se enriquecieron tomando lo ajeno, el poder volverá al pueblo!
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