Si logramos que el Coronavirus no nos mate,
seremos sobrevivientes, así de simple. Nuestra vida, que hasta ayer nos parecía
“natural”, tendrá entonces un valor especial, y será resultado de una conjunción
de varios hechos fortuitos, el principal que no nos contagiamos, pero también
las desconocidas manos del azar, el destino, o Dios si prefieres.
Si logro seguir vivo (toco madera) será como
si naciera de nuevo. Apenas la imaginé, esta posibilidad me pareció
deslumbrante y decidí ponerla en práctica. Aunque seguía siendo un adulto mayor,
ahora tenía la posibilidad de dibujar un horizonte y elegir los senderos que él
me proponía.
¿Qué haría, entonces? Primero me detendría en
las pequeñas cosas, y entre ellas el perpetuo milagro de la vida. En las
mañanas de otoño vería los girones de niebla entre los árboles. Aquí me detendría
a observar la compleja trama de una telaraña, que tanto se asemeja a las redes
de hoy. Allí vería un caracol en marcha, llevando al hombro su castillo y su
armadura, como un caballero medieval.
Por las noches vería aparecer la luna en
cualquiera de sus fases que tan bien reflejan las etapas de la vida: nueva,
creciente, llena, menguante, para luego morir y renacer, mes a mes.
Ya en mi vida gregaria (que mantengo a pesar
de la cuarentena) podría mirar con nuevos ojos (cataratas mediante) al Otro y
la Otra que llegan a mi puerta. Vería su apostura, semblante, gesto y
vestidura. Todo me hablaría del Sujeto, en su insondable transparencia.
Otro sería también al hablar, no solo en el
soliloquio mental sino en voz alta, la que usa todo/a actor/a para desempeñar
su rol. Ya conciente de mí, aun con regla imperfecta trataría de medir mis
palabras, tarea no menos difícil que conducir un barco a la deriva.
Luego, debería aprender a escuchar a mis
colegas del teatro cotidiano. Mantén limpio tu oído, me dijo alguien hace
tiempo, y no lo he olvidado.
Por último, me gustaría mantener algunas
actividades de mi vida anterior: la de familia en primer lugar, y junto a ella
la de habitante de la civitas. También mi trabajo de docente y
bibliotecario, que antes me parecían conocidas y ahora tengo que volver a
aprender.
¿Vale la pena o no nacer de nuevo?
opto despues de esta experiencia pandemica,cada dia morir con el sueño
ResponderEliminarnocturno y revivir en el despertar mañanero,sin perder mi carnalidad yamandola mas que siempre, y si Albertico (y ahi nos podemos encontrar) amaria mas cada manifestacion de la vida,desde lo subatomico a lo incomprensible de la grandiosidad del universo,sabiendo que soy yo mismo...que lindo no? te abrazo siempre.