aplicada a grupos que investigan y
crean
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Días
pasados recibí por el correo electrónico la carta de una colega docente, que
enviaba un saludo y algunas consignas de trabajo a todos los integrantes del
equipo. Recordé que esto había sucedido muchas veces desde que me vinculé a ese
grupo, hace unos años. Y le respondí así:
Estimada
X.
Qué
oportuna su carta. Cuántas veces un llamado o una carta suya me hicieron
recordar que aún tengo algo que hacer en el mundo. Qué bueno su sentido del
tiempo, que es el de la acción. Y pensé en la necesidad colectiva de suscitar y
coordinar la acción. Está presente en todo grupo, pequeño o grande, y por
extensión en toda sociedad. También está dentro de cada uno: al crecer,
comenzamos a valernos por nosotros mismos, a planear y coordinar con otros
nuestra acción principal, la de vivir. ¿Cómo lo hacemos? Pues administrando la
tensión. Si lo hacemos bien, efectivamente nos valemos por nosotros. Si no lo
hacemos del todo bien, y otros nos reemplazan, entonces estamos algo
desvalidos. Le hemos cedido a otros nuestra tensión, que no es la fuerza de que
disponemos, sino más bien la manera de hacerla funcionar eficientemente por
nuestra propia decisión.
¿Qué
es esto de la tensión? Me explicaron que es un término que utilizan los músicos
que tocan en conjunto. ¿En qué consiste? Lo entendí así: es lo que hace falta
para que dos o más músicos ejecuten en concierto. Aliento, y también
coordinación. En todo grupo es necesario alguien que administre la tensión.
Aunque no toque un instrumento, como en el caso del director de orquesta, al
que le basta la batuta, da el ritmo, marca. Entre los Chalchaleros, la tensión
la administraba Saravia. Entre los Ábalos, Roberto. Juan Saavedra lo hace
dondequiera que esté. En el grupo de rock "Mirá lo que quedó del
intento", que me permitió una entrevista etnográfica durante una de sus
actuaciones, la tensión la administra Pepillo.
El
concepto de tensión es, según me parece, mucho más rico que otros equivalentes,
por su sentido dinámico. Lo que está en tensión está contraído, de ahí la
primera asociación con acción. Pero luego, es tensión como la del ritmo
sanguíneo, que va en oleadas, es rítmica, se despliega en el tiempo. De ahí la
necesidad de que quien administra la tensión conozca los ritmos, además de la
partitura. Que tenga inventiva. Que pueda acompañar "Dos
palomitas..." y también zapar.
En
el sistema organizacional argentino, existe una pauta consistente en discutir
siempre todo aquello que tenga un cierto tufillo de autoridad. El liderazgo
deriva hacia el autoritarismo, y este a la comodidad. El concepto del grupo
co-operativo –especialmente apropiado para quienes investigan y crean-
hace que se prefieran las formas horizontales y activas antes que las
verticales y pasivas. ¿Cómo construirlas?
La
teoría de la tensión se adapta para satisfacer las expectativas de los sujetos
fluyentes que pueblan las instituciones, y para permitirle a éstas aprovechar
las capacidades de aquellos.
Experiencias
de campo
En
nuestras investigaciones sobre hábitos, prácticas y rutinas de la pradera
académica (que unos ven como un vergel, otros como erial, y otros como un coto)
en la que ejercemos nuestro digno ministerio exploratorio, compartimos las
actividades de varios grupos que periódicamente se reúnen para celebrar
cabildos académicos, promover ateneos, organizar grupos de estudio, work-shops,
seminarios y cátedras libres, y hasta células disidentes, ágapes y banquetes
platónicos, salamancas, o como se prefiera llamarlos.
Es
mucho lo que se puede aprender participando en estas actividades. Si bien cada
grupo es único, y diferentes sus objetivos, sus dinámicas son enteramente
parecidas, y semejantes los problemas y turbulencias que deben enfrentar.
Introducirnos en la sociología práctica del pequeño grupo puede aportarnos
mucho, y permitirnos la experiencia de aplicar la mirada a ciertos aspectos de
nuestros propios grupos. Esto quiere decir, ser a un tiempo actores y observadores.
Tal
operación es enteramente legítima, vale la pena aclararlo ya que los problemas
de legitimidad son los más frecuentes temas de discordia en esta sociedad. La
observación es un recurso primario de información que todos practicamos para
reconocer el mundo, imitar, aprender a hacer, etc. La técnica de la
observación, participante o no, tiene un lugar en todos los manuales de
investigación, desde Caplow hasta el nuestro.
La
observación también está aceptada formalmente, aunque aún sea poco utilizada.
Un observador puede concurrir al consejo superior de la universidad, a los
consejos directivos, al comité de ciencia y técnica. Sostengo que cualquier
persona puede ser invitada o autoinvitada a concurrir al aula de cualquier
asignatura que se defina como abierta. En el Consejo Deliberante existe la
“banca del vecino”. En la legislatura, la barra es un clásico, aunque suele ir
la claque. Y en las reuniones del consejo de administración de cierta
institución que suelo frecuentar, existe el “sillón del invitado”.
Observar
entonces. Invitarnos a observar lo que hacen los demás, pero primero a observar
lo que hacemos, y cómo lo hacemos. Lo primero que debemos observar, es el
problema. ¿Y cuál es el problema primero? Uno, siempre uno mismo. Cuando
asisto a alguna reunión que durará más tiempo del que dispongo, lo primero que
me pregunto es: ¿cuándo terminará esto? Lo segundo: ¿qué estoy haciendo yo
aquí?
En
efecto. Vamos a preguntárnoslo en crudo lenguaje coloquial:
"¿Qué
carajo hago en este grupo? ¿qué me movilizó hasta aquí? ¿qué me retiene? ¿no
sería hora de que me retirara por un tiempo? Pero antes haría un balance: ¿qué
aprendí? ¿qué aporté? Y si me voy a quedar este año ¿qué haré? ¿cuál de mis
múltiples conocimientos aportaré a mis pares? ¿qué organizaré, promoveré, que
escribiré? ¿prosa, poesía, ensayo, prensa, ciencia? ¿para adultos, gerontes,
niñas, niños, jóvenes en tiempos de sexualidad experimental? ¿qué causas
defenderé? ¿que aspecto hasta ahora ignorado –salvo por mi ojo avizor-
estudiaré? ¿asistiré a algún encuentro de jóvenes investigadores? ¿llevaré
paper o no llevaré paper? ¿a quien entrevistaré, a la búsqueda de una buena
historia de vida que pueda servir para algo y para alguien? ¿con o sin
grabador?
Y
si me voy, porque estoy pensando que es mejor que me vaya, ¿en el próximo grupo
seré capaz de subir un escalón en mi capacidad de administrar tensión? Pero
antes, tengo que pedir una constancia a la secretaria, que administra la
tensión de los papeles".
Un
número secreto para nosotros mismos define la tensión que podemos aportar en
cualquier relación. Aún si fuéramos enteramente pasivos, seríamos parte de la
tensión del grupo, pues recibimos y devolvemos como el parche de un bombo la
sonoridad de los otros. Y emitimos el haz de luz negra de nuestra maravillosa
pasividad, que tanto debe enorgullecernos en tiempos de guerra. Pero luego,
podemos hacer cambiar el color de nuestra luz, que inevitablemente emitimos,
por el hecho de existir a temperatura de 37,2º (mientras estamos vivos, y
a temperatura ambiente, en cualquier otro caso). Siempre brillamos, aún como
estrellas solitarias.
Entonces,
sea nuestro primer ejercicio descubrir los colores de nuestra radiación. Pero
ya es tarde y ha terminado el tiempo de esta sesión. Me serviré un fernet con
soda, apropiado para la luz negra que emito esta noche. Luego iré a mi wincofón
y haré sonar los acordes inolvidables de cierto hit de otros tiempos: “Brilla
tú, diamante loco”.
(continuará)
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