viernes, 17 de octubre de 2014

Sociología de la tensión

aplicada a grupos que investigan y crean
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Días pasados recibí por el correo electrónico la carta de una colega docente, que enviaba un saludo y algunas consignas de trabajo a todos los integrantes del equipo. Recordé que esto había sucedido muchas veces desde que me vinculé a ese grupo, hace unos años. Y le respondí así: 


Estimada X.
Qué oportuna su carta. Cuántas veces un llamado o una carta suya me hicieron recordar que aún tengo algo que hacer en el mundo. Qué bueno su sentido del tiempo, que es el de la acción. Y pensé en la necesidad colectiva de suscitar y coordinar la acción. Está presente en todo grupo, pequeño o grande, y por extensión en toda sociedad. También está dentro de cada uno: al crecer, comenzamos a valernos por nosotros mismos, a planear y coordinar con otros nuestra acción principal, la de vivir. ¿Cómo lo hacemos? Pues administrando la tensión. Si lo hacemos bien, efectivamente nos valemos por nosotros. Si no lo hacemos del todo bien, y otros nos reemplazan, entonces estamos algo desvalidos. Le hemos cedido a otros nuestra tensión, que no es la fuerza de que disponemos, sino más bien la manera de hacerla funcionar eficientemente por nuestra propia decisión.

¿Qué es esto de la tensión? Me explicaron que es un término que utilizan los músicos que tocan en conjunto. ¿En qué consiste? Lo entendí así: es lo que hace falta para que dos o más músicos ejecuten en concierto. Aliento, y también coordinación. En todo grupo es necesario alguien que administre la tensión. Aunque no toque un instrumento, como en el caso del director de orquesta, al que le basta la batuta, da el ritmo, marca. Entre los Chalchaleros, la tensión la administraba Saravia. Entre los Ábalos, Roberto. Juan Saavedra lo hace dondequiera que esté. En el grupo de rock "Mirá lo que quedó del intento", que me permitió una entrevista etnográfica durante una de sus actuaciones, la tensión la administra Pepillo.

El concepto de tensión es, según me parece, mucho más rico que otros equivalentes, por su sentido dinámico. Lo que está en tensión está contraído, de ahí la primera asociación con acción. Pero luego, es tensión como la del ritmo sanguíneo, que va en oleadas, es rítmica, se despliega en el tiempo. De ahí la necesidad de que quien administra la tensión conozca los ritmos, además de la partitura. Que tenga inventiva. Que pueda acompañar "Dos palomitas..." y también zapar.

En el sistema organizacional argentino, existe una pauta consistente en discutir siempre todo aquello que tenga un cierto tufillo de autoridad. El liderazgo deriva hacia el autoritarismo, y este a la comodidad. El concepto del grupo co-operativo –especialmente apropiado para quienes investigan y crean- hace que se prefieran las formas horizontales y activas antes que las verticales y pasivas. ¿Cómo construirlas?

La teoría de la tensión se adapta para satisfacer las expectativas de los sujetos fluyentes que pueblan las instituciones, y para permitirle a éstas aprovechar las capacidades de aquellos.

Experiencias de campo

En nuestras investigaciones sobre hábitos, prácticas y rutinas de la pradera académica (que unos ven como un vergel, otros como erial, y otros como un coto) en la que ejercemos nuestro digno ministerio exploratorio, compartimos las actividades de varios grupos que periódicamente se reúnen para celebrar cabildos académicos, promover ateneos, organizar grupos de estudio, work-shops, seminarios y cátedras libres, y hasta células disidentes, ágapes y banquetes platónicos, salamancas, o como se prefiera llamarlos.

Es mucho lo que se puede aprender participando en estas actividades. Si bien cada grupo es único, y diferentes sus objetivos, sus dinámicas son enteramente parecidas, y semejantes los problemas y turbulencias que deben enfrentar. Introducirnos en la sociología práctica del pequeño grupo puede aportarnos mucho, y permitirnos la experiencia de aplicar la mirada a ciertos aspectos de nuestros propios grupos. Esto quiere decir, ser a un tiempo actores y observadores.

Tal operación es enteramente legítima, vale la pena aclararlo ya que los problemas de legitimidad son los más frecuentes temas de discordia en esta sociedad. La observación es un recurso primario de información que todos practicamos para reconocer el mundo, imitar, aprender a hacer, etc. La técnica de la observación, participante o no, tiene un lugar en todos los manuales de investigación, desde Caplow hasta el nuestro.

La observación también está aceptada formalmente, aunque aún sea poco utilizada. Un observador puede concurrir al consejo superior de la universidad, a los consejos directivos, al comité de ciencia y técnica. Sostengo que cualquier persona puede ser invitada o autoinvitada a concurrir al aula de cualquier asignatura que se defina como abierta. En el Consejo Deliberante existe la “banca del vecino”. En la legislatura, la barra es un clásico, aunque suele ir la claque. Y en las reuniones del consejo de administración de cierta institución que suelo frecuentar, existe el “sillón del invitado”.

Observar entonces. Invitarnos a observar lo que hacen los demás, pero primero a observar lo que hacemos, y cómo lo hacemos. Lo primero que debemos observar, es el problema. ¿Y cuál es el problema primero? Uno, siempre uno mismo. Cuando asisto a alguna reunión que durará más tiempo del que dispongo, lo primero que me pregunto es: ¿cuándo terminará esto? Lo segundo: ¿qué estoy haciendo yo aquí?

En efecto. Vamos a preguntárnoslo en crudo lenguaje coloquial:

"¿Qué carajo hago en este grupo? ¿qué me movilizó hasta aquí? ¿qué me retiene? ¿no sería hora de que me retirara por un tiempo? Pero antes haría un balance: ¿qué aprendí? ¿qué aporté? Y si me voy a quedar este año ¿qué haré? ¿cuál de mis múltiples conocimientos aportaré a mis pares? ¿qué organizaré, promoveré, que escribiré? ¿prosa, poesía, ensayo, prensa, ciencia? ¿para adultos, gerontes, niñas, niños, jóvenes en tiempos de sexualidad experimental? ¿qué causas defenderé? ¿que aspecto hasta ahora ignorado –salvo por mi ojo avizor- estudiaré? ¿asistiré a algún encuentro de jóvenes investigadores? ¿llevaré paper o no llevaré paper? ¿a quien entrevistaré, a la búsqueda de una buena historia de vida que pueda servir para algo y para alguien? ¿con o sin grabador?
Y si me voy, porque estoy pensando que es mejor que me vaya, ¿en el próximo grupo seré capaz de subir un escalón en mi capacidad de administrar tensión? Pero antes, tengo que pedir una constancia a la secretaria, que administra la tensión de los papeles".

Un número secreto para nosotros mismos define la tensión que podemos aportar en cualquier relación. Aún si fuéramos enteramente pasivos, seríamos parte de la tensión del grupo, pues recibimos y devolvemos como el parche de un bombo la sonoridad de los otros. Y emitimos el haz de luz negra de nuestra maravillosa pasividad, que tanto debe enorgullecernos en tiempos de guerra. Pero luego, podemos hacer cambiar el color de nuestra luz, que inevitablemente emitimos, por el hecho de existir a temperatura de 37,2º (mientras estamos vivos, y a temperatura ambiente, en cualquier otro caso). Siempre brillamos, aún como estrellas solitarias.

Entonces, sea nuestro primer ejercicio descubrir los colores de nuestra radiación. Pero ya es tarde y ha terminado el tiempo de esta sesión. Me serviré un fernet con soda, apropiado para la luz negra que emito esta noche. Luego iré a mi wincofón y haré sonar los acordes inolvidables de cierto hit de otros tiempos: “Brilla tú, diamante loco”.


(continuará)

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