miércoles, 24 de diciembre de 2014

Mi vida como burro

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El texto que voy a transcribir, si bien con algunas actualizaciones de época que agregaron diferentes relatores, es muy antiguo. Se dice que Claudio Eliano decidió no incluirlo en su voluminosa Historia de los animales (s. III) porque lo juzgó demasiado literario. A Esopo le pareció fascinante, y estaba a punto de comenzar una fábula protagonizada por un burro cuando lo sorprendió la muerte. En cuanto a Lafontaine, se dice que al leerlo comentó: “Hay que ser burro para escribir esto”; esta frase dividió a nuestra especie, pues unos la tomaron como burla, y otros como juicio admirativo axiomático a priori, objetivo e irrefutable.

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Cervantes me imaginó como rocín de Sancho en 1653. Cuatro siglos más tarde, fui el leit motiv de Juan Ramón Jiménez, que me llamó Platero, quizá porque buenas pesetas ganó con la edición que lo condujo al Nobel.
La escuela, entretanto, y vaya a saberse por qué, me eligió como símbolo del que no aprende, del mal alumno, y aún –pero no quisiera pensar esto- del que carece por completo de condiciones intelectuales para el aprendizaje.
Así como al que mentía le crecía la nariz, al que no estudiaba le crecían las orejas. Me irrita que hayan pensado en nosotros. Y después de todo, ¿no es una gran ventaja tener amplias orejas para escuchar bien todo lo que se dice, hasta estas tonteras? Detrás de estas fábulas banales se formó el estigma que amenaza a nuestra especie: mamífero, burrus, equus menudo, herbívoro y ropífago.
No quisiera aburrir y menos aún, justamente yo, desburrar al que me escuche, pues considero harto sabidas las virtudes, las vicisitudes, los vicios y las vituallas del burro. Son menos conocidas, en cambio, las cargadas que recibe a su paso. Para nosotros se inventaron las árganas, las alforjas, las
pilas de leña, carbón y tantas otras materias que se
imaginan apropiadas para nuestras espaldas.
No está mal entonces que agregue una pequeña carga que no pesa, y aunque duela, debemos llevar a nuestro paso para que el mundo la conozca. Es la memoria del burro, su insólita historia de esclavo, reproductor y símbolo de la minusvalía. En efecto, por razones muy atendibles, el culto al caballo nos supera en el ejército y las carreras, el del toro proporciona divisas que bien conoció la oligarquía vacuna, y el de la cabra sostiene la economía campesina.
Pero los burros no corremos carreras ni servimos para la guerra, no ofrecemos carne para la mesa ni lana para las tejedurías, y aunque se habla bien de la leche de burra, preferimos guardarla para nuestros burritos. Es que somos pocos, esta es la realidad, sólo el 7,6 % de la ganadería mayor que puebla este dominio.

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Hablemos ahora de la tarea que Dios, en su infinita sabiduría, le asignó a mi especie.
-Necesito ayuda –dicen que le dijo a uno de mis antepasados-. Como sabes, en los últimos milenios vengo creando todo y estoy algo cansado. Aún para los que somos eternos pasan los años –dijo sonriendo mientras se mesaba su larga barba blanca.- Y ahora se me ocurrió una idea ingeniosa que puede servir para varios milenios, mientras dure la vida en la Tierra, por lo menos.
-¿De qué se trata? –preguntó mi antepasado, que era cortés y bien educado como todos nosotros. Por eso sabía que era muy difícil resistirse a las ideas de Dios.
-Te lo cuento en confianza, porque conozco tu fidelidad y te aprecio mucho, y hasta deseo que un día me saques a pasear. Vivo en medio de estos nubarrones, que son tan parecidos, y tengo que imaginármelo todo.
Era evidente que Dios sabía cómo tratar a sus creaturas, y ponerlas de su lado. Pero mi antepasado no era de muchas palabras y tenía algo de prisa.
-¿Y entonces?
-Mis asesores biólogos me dicen que aún faltan muchas especies. Y que algunas no me salieron del todo bien (miró hacia arriba y pensó en los hombres y los mosquitos). Así que hay que seguir creando. Te ofrezco la posibilidad de proseguir mi obra en la tierra. Serías nada menos que un co-creador –enfatizó.
-No entiendo.
-Te lo explicaré con otras palabras. ¿Tienes pareja?
-Por supuesto, mi señora, que me está esperando en casa.
-Bien. ¿Cuántos años lleváis juntos?
-Le confieso que no me acuerdo. Pero yo la conocí en el año de las lluvias, y al siguiente tuvimos nuestro primer burrito. Ahora son tres, y como dejamos un año de intervalo por eso de la paternidad responsable, deben ser seis o siete –dijo con orgullo.
-O sea que sois una pareja estable. Eso me gusta mucho, está en el plan divino, que viene a ser el mío. Ahora bien, tú sabes que pasados unos años el matrimonio se vuelve un tanto rutinario… y comienza la comezón del séptimo año… en fin, tú me entiendes.
Mi antepasado movió el hocico en señal de asentimiento pero sin decir palabra. Dios era un argumentador hábil y le costaba seguirlo.
-Voy al grano –dijo Dios.
-Eso lo entiendo, adelante –dijo mi antepasado pensando en su morral.
-(bajando la voz) ¿No te gustaría tener otra pareja, aunque sea por un tiempo?
-Jamás se me hubiera ocurrido –mintió mi antepasado, que después de todo era un burro de carne y hueso.
-¿Qué diría mi señora?
-Eso puede arreglarse y te aseguro que no le importará. Más aún, hasta se sentirá aliviada (con sorna). El tema es que te propongo una relación con una persona femenina, familia yeguarizo, que a la sazón se encuentra sola y no vive lejos de tu campo de pastoreo.
Mi antepasado se asombró de la información que poseía Dios. Conocía perfectamente a esa persona, y la había mirado con insistencia en más de una oportunidad durante su jornada de trabajo.
-Señor –dijo mi antepasado con pesar- esto no funcionará. Como eres Dios no puedo mentir ni ocultar nada. Quizá ya lo sabes: cuando nuestros  burritos ya estaban grandes y conchabados, a mi señora le tocó hacer un viaje de unos meses. Y tú sabes lo que pasa cuando uno está solo…
-Vaya si lo sabré. Sigue, sigue.
-Ahorro los detalles. Me hice amigo de esa persona y traté de estrechar una relación.
-Se entiende, aunque se trata de un pecado venial. ¿Y qué pasó?
-Imposible. No dan los tamaños. Tú sabes que…
-Sí, se me fue la mano. Ya te dije que en ese tiempo todo lo hacía con la imaginación… Bien sé que he cometido muchos errores, y estoy dispuesto a repararlos porque nos quedan muchos milenios por delante.
-Pero tú no nos hiciste eternos –dijo mi antepasado, que no carecía de sabiduría-. Mi cuerpo, mis deseos, y los de esa persona, no durarán muchos años, antes que el frigorífico se encargue de nosotros.
-¡Es cierto, hay que actuar ya! –dijo Dios, que era de decisiones rápidas, e impartió unas órdenes por su dictáfono inalámbrico. Luego de secarse la frente aclaró:
-Acabo de crear una facultad de medicina veterinaria cerca de tu zona de residencia. Muy pronto un profesional experto preparará el camino por el que habréis de comunicaros en lo sucesivo tú y esa persona. Luego, el Arcángel Gabriel –que ahora está de viaje con otra tarea pero volverá en un par de semanas- visitará a esa persona y le anunciará que reanudaréis vuestra relación y recibiréis el premio soñado por vuestra participación relativamente desinteresada en la creación del mundo: tendréis un hijo o hija.
-¿Otro burrito? ¿Qué dirá mi señora?
-Quédate tranquilo. Será una mula.
-¿Mula? ¿Qué es eso?

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Como es obvio, esta proposición cambió el destino de nuestra especie, y lo que sigue lo contaré otro día. Son extraños los caminos de la providencia, e inescrutable el plan divino. Lo sé, porque soy burro.




(Tasso, Alberto: El momento del mate y otros cuentos, Barco Edita, Santiago del Estero, 2014, pp.17 a 22).

lunes, 20 de octubre de 2014

Día de la Madre

Una breve visita a Internet nos ofrece algunos datos acerca de la historia de este singularísimo día, en el que se entremezclan cosmogonías primitivas, rituales religiosos, movimientos civiles y economías posindustriales consumistas.

Se admite hoy su antiguo origen, en el culto a la Gran Madre (consulté Wikipedia el 19-10-14). Aparece representado por figuras modeladas en arcilla, o talladas en marfil o piedra. Esta iconografía se muestra en culturas y territorios distantes. Las formas redondeadas que caracterizan a la mujer, según John Cheevert, resaltan pechos, vientre y bajo vientre. Las que he visto en el Museo Wagner son pequeñas. He ahí la Madre Elemental, multiplicadora de vida, cuya analogía con la Madre Tierra (Pacha Mama) no es difícil de observar. La diosa Quilla también modifica su redondez a medida que se llena o vacía cada 28 días.

Luego hacemos una primera visita al cielo en tiempo de los griegos. Ellos reverenciaban a Rea, que era la mamá de Zeus, Poseidón, Neptuno, Hades, Hera, Hestia, Demeter y quizá otros dioses. O sea, muy prolífica y con familia numerosa. No cabe duda que sus hijos, que ocuparon posiciones destacadas en el Parnaso, promovieron este reconocimiento. De los griegos pasamos a los romanos, que homenajeaban a Cibeles, diosa de la fertilidad, propia de una sociedad agraria.

En el período cristiano se consagró a María, madre de Jesús, como centro de referencia de la maternidad, en sentido físico y espiritual. A más de engendrar a Jesús durante nueva lunas y contener su temprana condición de niño rebelde, debió acariciar su cuerpo muerto de 33 años, cuando lo bajaron de la cruz. La historia no ha valorado este momento. Fue la primera Madre del Dolor, y junto a las mujeres que acompañaban a su hijo, la simiente del feminismo temprano.

Regresemos a Argentina a comienzos del siglo XX, poblada por la nueva inmigración, donde no había una fecha para el Día de la Madre. La Iglesia Católica impulsó Octubre como mes de María, y consagró el 11 de Octubre, festividad dedicada a ella, como "Día de la Madre Católica". Pero en las últimas décadas perdió fuerza la idea de separar a las madres "católicas" de las demás, y el tercer Domingo de Octubre fue adoptado como "Día de la Madre Universal".

Hoy la celebración se ha secularizado, y prima la significación humana y social del vínculo. El sentido religioso no ha desaparecido pero es más intimista. La fiesta se celebra en familia y goza de gran aceptación. Los medios de comunicación, el comercio y la industria colaboran ampliamente con ella, ya que impacta en las ventas.

Algunos ven con preocupación lo que llaman “mercantilización” y deploran que se hayan olvidado sus orígenes milenarios, las concepciones espirituales que lo alimentaron. Ante la mercantilización y el olvido, cabe entonces resignificar el día. Su sentido primero nos ofrece un amplio territorio, pues ahí vemos la figura de la Madre en la administración del clan y el culto. Esta idea es interesante, porque nos permite trabajar para superar el patriarcalismo “natural” de nuestro sistema social, y sobre todo del familiar.

Luego está, como símbolo viviente de ese misterio matriz, nuestra mamá, y con ellas las que hay a nuestro lado, en todos los tiempos, que pusieron el cuerpo para que otros vivieran. En eso reside la inquietud que plantea la Madre, no solo como símbolo de la vida, sino también como sujeto social dominado por las fuerzas sociales.


Tras el homenaje del día están las prácticas de todos los días. Allí vemos el cuerpo de la Madre como territorio cruzado por debates e intereses, ante un sistema social que las presiona para producir hijos para el mercado o la guerra. El mismo cuerpo que será proclamado como posesión por la arcaica ilusión masculina del poder, esclavista y agresiva. Ese es el desafío que enfrenta una sociedad que al privilegiar a madre redobla su apuesta por la paz y la comprensión amenazadas.

Cuando se celebra el día de la Madre en el mundo

El color indica el mes

viernes, 17 de octubre de 2014

La cuestión del barco

La nave boga través de la historia, con sencillo gesto de canoa artesanal o con la máscara de hierro del portaaviones y el destroyer. Símbolo del ingenio y la audacia, la navegación contiene epopeyas y tragedias de la historia y el cotidiano. A veces nuestro barco encalla en aguas chichas, otras se lanza a esas temerarias aventuras en aguas revueltas que le gustaba contar a Homero cuando se jubiló. La historia de la tecnología y la cultura se entrelazan en una metáfora vital de extraordinaria fuerza. Somos capitanes de una nave, la nuestra, y desempeñamos muchos oficios en las ajenas. Allí aprendimos algo acerca de la grumetería, la pesca de ballenas blancas, el envasado de atún y la confección de camisas en alta mar. Las empresas cambian con el tiempo, y a nuestro gremio le toca mantener la nave en su ruta prevista, en equilibro sobre el líquido elemento como un delfín a punto de volar, sostenido por el misterioso punto de carena, que está siempre bajo el agua.
Nuestra presencia ante cada otro/a requiere bajar anclas en algunos casos y levantarlas en otros. Algo parecido nos sucedió cuando visité el archipiélago de las teorías históricas, del que regresé con harta bibliografía en la bodega, y algunos mapas interesantes. Nutrido de nuevas teorías me enfrenté con un viejo problema: ¿cómo describir un mundo cambiante, en tiempo geológico y coordenadas, y aún en el espiritual del navegante?
Perdido en el mar de las interpretaciones, creo haberme salvado de la zozobra, a punto de la cual siempre se debe estar, mediante un clásico recurso: el cuaderno de bitácora. Porque es diario, es memoria de hoy, que mañana será el día que pasó.

12 de octubre

El 12 de octubre puesto al día
Respeto y cooperación con la Diversidad Cultural


La revisión de una histórica leyenda

A 522 años, la historia del “descubrimiento” de América por un genovés con bandera española está siendo revisada como una leyenda fundante del colonialismo europeo. Más allá de la épica del viaje que Cristóbal Colón consagró con su Diario, en esa fecha se inician de la conquista imperial, la dominación de los pueblos, el saqueo de sus recursos, y la imposición de una religión que castigaba a los que tenían otra fe. En los primeros cincuenta años de la conquista la población nativa disminuyó dos tercios, y el tráfico esclavista reemplazó por africanos a los nativos muertos por las balas, la viruela o la explotación. No podemos hoy recordar ese día en nombre de la “raza”, cuando significó el comienzo de la destrucción de los pueblos americanos, y de los hermanos pueblos africanos esclavizados en ese mercado global en que comenzó a convertirse América.
Aníbal Quijano sostiene que gracias a ese mercado comenzó a surgir la Europa moderna, que Hilaire Belloc imaginó unida por la fé, pero que algunas veces hemos vista unida por la codicia. Tras el imperio de la cruz y la espada llegó el de las luces, y la ciencia positiva dio elementos para sustentar políticas culturales racistas, que resurgieron durante el siglo XIX con perfiles aun más sangrientos que los de la colonia. Dan fe las campañas de Rosas y Roca al “desierto”, y las de Victorica, Fontana y Fotheringham en el Gran Chaco.

El aniversario y su sentido

La historia del 12 de octubre tiene apenas un siglo. Fue propuesta en 1913 por Faustino Rodríguez-San Pedro, un intelectual español que quería reanudar los quebrados lazos entre España e Iberoamérica, es decir, la parte del continente conquistada por España y Portugal. España había perdido Cuba, su última colonia, en 1890. Sin América, se sentía “invertebrada”. Entretanto, Francia se aprovechaba de ese retroceso, y afianzaba el uso de la expresión “América Latina”, que disolvía a España y Portugal en los comunes orígenes latinos. En su propia defensa, España adoptó la celebración en 1914 y gradualmente otros países americanos la imitaron. En 1917 el presidente Yrigoyen la declaró fiesta nacional de la República Argentina. Aunque el decreto no le puso nombre, la prensa y el uso popular la consagraron como Día de la Raza.
En otros países tomó otros nombres; en Chile fue declarado en 1922 como Aniversario del Descubrimiento de América. Costa Rica reconoce desde 1968 el Día del Descubrimiento y la Raza, pero desde 1994 esta festividad se transformó oficialmente en el Día de las Culturas, con el fin de resaltar en forma conjunta tanto los aportes culturales de los españoles, los indígenas y los afrocaribeños. En Cuba no se celebra el 12 de octubre. Sí se observa el 10 de octubre, la fecha en que comenzó la Guerra de Independencia contra España, en 1868.
Pero los acontecimientos se construyen según el sentido que les otorgamos. Cuando en 1992 se cumplió el V Centenario del “descubrimiento”, ya había nuevas lecturas históricas, antropológicas, geográficas y arqueológicas que ofrecían versiones muy distintas. El continente fue poblado desde hace unos 50.000 años por pueblos que vinieron por tierra desde el norte de Asia por Bering, y por mar desde las islas de Polinesia cruzando el Pacífico. A fines del año 1.000 de nuestra era, había sido visitado por navegantes chinos que la incluían en su cartografía. Solo en la costa atlántica de América del Norte, y hasta en el Mississipi los arqueólogos descubren antiguas huellas de la presencia de celtas, egipcios y vascos. Algunos rasgos comunes entre la India y las civilizaciones andinas y mesoamericanas alientan la hipótesis de contactos. La antropología física y la arqueología diferencian los ojos oblicuos de los rectos. Por su parte, la etnobotánica ha verificado la transferencia de especies entre continentes en períodos anteriores.
De acuerdo a estas hipótesis, Colón fue el último en llegar, aunque el primero en establecer la cabecera de puente –transatlántica- de una corriente pobladora, autoritaria y esquilmadora que trasladó al moderno las conquistas del mundo antiguo, multiplicadas por su tecnología y por la alianza de dos poderosos reyes: Carlos V y el Papa.

Del respeto a la cooperación

En Argentina el 12 de octubre fue re-nombrado como Día del Respeto a la Diversidad Cultural, por  decreto Nº 1.584 de 2010 firmado por la Presidenta Cristina Fernández. Esta fue una importante adhesión a quienes consideran necesario reinterpretar de la fecha. Otros países dieron luego un paso más: en 2011 el gobierno de Bolivia estableció que el 12 de octubre, antes llamado Día de la Liberación, de la Identidad y de la Interculturalidad, se llamase Día de la Descolonización.
El Respeto mutuo es el rumbo que señala la ley de nuestro país. Para avanzar en esa dirección se han dado pasos importantes en las instituciones y la conciencia pública, pero aún se observan tremendas segregaciones de cultura y clase que señalan la magnitud de los obstáculos a superar.
Europa también padece la herencia colonial y necesita dialogar con las culturas que antes oprimió. Zigmunt Bauman propuso pasar de la tolerancia –equivalente del respeto- a la cooperación, entendiendo que aquellas son pasivas, mientras la segunda es activa. Cooperar significa actuar, y para ello es necesario conocer. El mapa de la población de Santiago del Estero a lo largo de los siglos muestra esa diversidad. Hoy estamos en mejores condiciones para saber en qué consiste, y como comunicarnos con ese Otro/a.

Dibujo libre

Tarea para el aula, el patio o la casa. Para ilustrar la clase del día, la maestra o maestro proponen un dibujo libre. Esto requiere agudizar nuestra imaginación. Siguiendo las tradiciones, dibujamos las tres carabelas llegando a América, con sol, banderitas y algún cocotero. Muy bien diez. Muestra aplicación en sus estudios. Coopera en las actividades propuestas. Continúe así.
El programa inscripto por la leyenda colonial es ese.
Un día, cierto niño dibujó las carabelas de Colón regresando al puerto de Palos. Una lleva doce miembros de una familia noble que serán exhibidos como trofeo étnico ante la Reina Isabel, que reaccionó indignada y dispuso su retorno en el siguiente viaje. La segunda carga las pocas piezas de oro que robaron o cambiaron por cuentas venecianas y espejuelos franceses. En la tercera está el cacao, las patatas, la yuca, el tabaco y unas pocas cosas más. Está naciendo el mercado.
La tarea descolonial nos pide apreciar el viaje completo. Ojalá este estudiante obtenga también una buena nota.

Nota: el autor agradece los comentarios recibidos de Pompeya Manzanares y Juan Manuel Aragón.


Sociología de la tensión

aplicada a grupos que investigan y crean
Tiempo de lectura estimado: 10'  

Días pasados recibí por el correo electrónico la carta de una colega docente, que enviaba un saludo y algunas consignas de trabajo a todos los integrantes del equipo. Recordé que esto había sucedido muchas veces desde que me vinculé a ese grupo, hace unos años. Y le respondí así: 


Estimada X.
Qué oportuna su carta. Cuántas veces un llamado o una carta suya me hicieron recordar que aún tengo algo que hacer en el mundo. Qué bueno su sentido del tiempo, que es el de la acción. Y pensé en la necesidad colectiva de suscitar y coordinar la acción. Está presente en todo grupo, pequeño o grande, y por extensión en toda sociedad. También está dentro de cada uno: al crecer, comenzamos a valernos por nosotros mismos, a planear y coordinar con otros nuestra acción principal, la de vivir. ¿Cómo lo hacemos? Pues administrando la tensión. Si lo hacemos bien, efectivamente nos valemos por nosotros. Si no lo hacemos del todo bien, y otros nos reemplazan, entonces estamos algo desvalidos. Le hemos cedido a otros nuestra tensión, que no es la fuerza de que disponemos, sino más bien la manera de hacerla funcionar eficientemente por nuestra propia decisión.

¿Qué es esto de la tensión? Me explicaron que es un término que utilizan los músicos que tocan en conjunto. ¿En qué consiste? Lo entendí así: es lo que hace falta para que dos o más músicos ejecuten en concierto. Aliento, y también coordinación. En todo grupo es necesario alguien que administre la tensión. Aunque no toque un instrumento, como en el caso del director de orquesta, al que le basta la batuta, da el ritmo, marca. Entre los Chalchaleros, la tensión la administraba Saravia. Entre los Ábalos, Roberto. Juan Saavedra lo hace dondequiera que esté. En el grupo de rock "Mirá lo que quedó del intento", que me permitió una entrevista etnográfica durante una de sus actuaciones, la tensión la administra Pepillo.

El concepto de tensión es, según me parece, mucho más rico que otros equivalentes, por su sentido dinámico. Lo que está en tensión está contraído, de ahí la primera asociación con acción. Pero luego, es tensión como la del ritmo sanguíneo, que va en oleadas, es rítmica, se despliega en el tiempo. De ahí la necesidad de que quien administra la tensión conozca los ritmos, además de la partitura. Que tenga inventiva. Que pueda acompañar "Dos palomitas..." y también zapar.

En el sistema organizacional argentino, existe una pauta consistente en discutir siempre todo aquello que tenga un cierto tufillo de autoridad. El liderazgo deriva hacia el autoritarismo, y este a la comodidad. El concepto del grupo co-operativo –especialmente apropiado para quienes investigan y crean- hace que se prefieran las formas horizontales y activas antes que las verticales y pasivas. ¿Cómo construirlas?

La teoría de la tensión se adapta para satisfacer las expectativas de los sujetos fluyentes que pueblan las instituciones, y para permitirle a éstas aprovechar las capacidades de aquellos.

Experiencias de campo

En nuestras investigaciones sobre hábitos, prácticas y rutinas de la pradera académica (que unos ven como un vergel, otros como erial, y otros como un coto) en la que ejercemos nuestro digno ministerio exploratorio, compartimos las actividades de varios grupos que periódicamente se reúnen para celebrar cabildos académicos, promover ateneos, organizar grupos de estudio, work-shops, seminarios y cátedras libres, y hasta células disidentes, ágapes y banquetes platónicos, salamancas, o como se prefiera llamarlos.

Es mucho lo que se puede aprender participando en estas actividades. Si bien cada grupo es único, y diferentes sus objetivos, sus dinámicas son enteramente parecidas, y semejantes los problemas y turbulencias que deben enfrentar. Introducirnos en la sociología práctica del pequeño grupo puede aportarnos mucho, y permitirnos la experiencia de aplicar la mirada a ciertos aspectos de nuestros propios grupos. Esto quiere decir, ser a un tiempo actores y observadores.

Tal operación es enteramente legítima, vale la pena aclararlo ya que los problemas de legitimidad son los más frecuentes temas de discordia en esta sociedad. La observación es un recurso primario de información que todos practicamos para reconocer el mundo, imitar, aprender a hacer, etc. La técnica de la observación, participante o no, tiene un lugar en todos los manuales de investigación, desde Caplow hasta el nuestro.

La observación también está aceptada formalmente, aunque aún sea poco utilizada. Un observador puede concurrir al consejo superior de la universidad, a los consejos directivos, al comité de ciencia y técnica. Sostengo que cualquier persona puede ser invitada o autoinvitada a concurrir al aula de cualquier asignatura que se defina como abierta. En el Consejo Deliberante existe la “banca del vecino”. En la legislatura, la barra es un clásico, aunque suele ir la claque. Y en las reuniones del consejo de administración de cierta institución que suelo frecuentar, existe el “sillón del invitado”.

Observar entonces. Invitarnos a observar lo que hacen los demás, pero primero a observar lo que hacemos, y cómo lo hacemos. Lo primero que debemos observar, es el problema. ¿Y cuál es el problema primero? Uno, siempre uno mismo. Cuando asisto a alguna reunión que durará más tiempo del que dispongo, lo primero que me pregunto es: ¿cuándo terminará esto? Lo segundo: ¿qué estoy haciendo yo aquí?

En efecto. Vamos a preguntárnoslo en crudo lenguaje coloquial:

"¿Qué carajo hago en este grupo? ¿qué me movilizó hasta aquí? ¿qué me retiene? ¿no sería hora de que me retirara por un tiempo? Pero antes haría un balance: ¿qué aprendí? ¿qué aporté? Y si me voy a quedar este año ¿qué haré? ¿cuál de mis múltiples conocimientos aportaré a mis pares? ¿qué organizaré, promoveré, que escribiré? ¿prosa, poesía, ensayo, prensa, ciencia? ¿para adultos, gerontes, niñas, niños, jóvenes en tiempos de sexualidad experimental? ¿qué causas defenderé? ¿que aspecto hasta ahora ignorado –salvo por mi ojo avizor- estudiaré? ¿asistiré a algún encuentro de jóvenes investigadores? ¿llevaré paper o no llevaré paper? ¿a quien entrevistaré, a la búsqueda de una buena historia de vida que pueda servir para algo y para alguien? ¿con o sin grabador?
Y si me voy, porque estoy pensando que es mejor que me vaya, ¿en el próximo grupo seré capaz de subir un escalón en mi capacidad de administrar tensión? Pero antes, tengo que pedir una constancia a la secretaria, que administra la tensión de los papeles".

Un número secreto para nosotros mismos define la tensión que podemos aportar en cualquier relación. Aún si fuéramos enteramente pasivos, seríamos parte de la tensión del grupo, pues recibimos y devolvemos como el parche de un bombo la sonoridad de los otros. Y emitimos el haz de luz negra de nuestra maravillosa pasividad, que tanto debe enorgullecernos en tiempos de guerra. Pero luego, podemos hacer cambiar el color de nuestra luz, que inevitablemente emitimos, por el hecho de existir a temperatura de 37,2º (mientras estamos vivos, y a temperatura ambiente, en cualquier otro caso). Siempre brillamos, aún como estrellas solitarias.

Entonces, sea nuestro primer ejercicio descubrir los colores de nuestra radiación. Pero ya es tarde y ha terminado el tiempo de esta sesión. Me serviré un fernet con soda, apropiado para la luz negra que emito esta noche. Luego iré a mi wincofón y haré sonar los acordes inolvidables de cierto hit de otros tiempos: “Brilla tú, diamante loco”.


(continuará)

Día 1

Día uno.

El día que pasó tan bueno

Antigua entrada que quedará sepulta por la tierra del aire.
Puerta al reino de abajo.
Socavón del ánimo donde entrará el arqueólogo.
Escrito que se inicia en la última línea
que resiste hasta el parte de batalla
contar los vivos y deducir los muertos
territorios ganados o perdidos
las armas disponibles
y los víveres, sobre todo los víveres.
Ya sé que el boletinero anotará medio saco de harina
esos garbanzos que donó el almacenero
los choclos de doña Guzmán
y nada más. Por eso
habrá que cazar otra vez, y pedir, con la humildad del peregrino
y la sonrisa de la fe.
Sí, y luego del potaje de garbanzos que salió tan bueno
el equipo conversa.
Somos seis, y por tanto múltiplos de tres y de dos
dice el matemático, y el arquitecto estamos en los cimientos
y el refranero agrega que el nutriente
a más del rancho, viene de la mente.
Así comenzamos a recordar el día que pasó.