Una
breve visita a Internet nos ofrece algunos datos acerca de la historia de este
singularísimo día, en el que se entremezclan cosmogonías primitivas, rituales religiosos,
movimientos civiles y economías posindustriales consumistas.
Se admite hoy su antiguo origen, en el culto a la Gran Madre (consulté Wikipedia el 19-10-14). Aparece representado por figuras modeladas en arcilla, o talladas en marfil o piedra. Esta iconografía se muestra en culturas y territorios distantes. Las formas redondeadas que caracterizan a la mujer, según John Cheevert, resaltan pechos, vientre y bajo vientre. Las que he visto en el Museo Wagner son pequeñas. He ahí la Madre Elemental, multiplicadora de vida, cuya analogía con la Madre Tierra (Pacha Mama) no es difícil de observar. La diosa Quilla también modifica su redondez a medida que se llena o vacía cada 28 días.
Luego hacemos una primera visita al cielo en tiempo de los griegos. Ellos reverenciaban a Rea, que era la mamá de Zeus, Poseidón, Neptuno, Hades, Hera, Hestia, Demeter y quizá otros dioses. O sea, muy prolífica y con familia numerosa. No cabe duda que sus hijos, que ocuparon posiciones destacadas en el Parnaso, promovieron este reconocimiento. De los griegos pasamos a los romanos, que homenajeaban a Cibeles, diosa de la fertilidad, propia de una sociedad agraria.
En el período cristiano se consagró a María, madre de Jesús, como centro de referencia de la maternidad, en sentido físico y espiritual. A más de engendrar a Jesús durante nueva lunas y contener su temprana condición de niño rebelde, debió acariciar su cuerpo muerto de 33 años, cuando lo bajaron de la cruz. La historia no ha valorado este momento. Fue la primera Madre del Dolor, y junto a las mujeres que acompañaban a su hijo, la simiente del feminismo temprano.
Regresemos
a Argentina a comienzos del siglo XX, poblada por la nueva inmigración, donde
no había una fecha para el Día de la Madre. La Iglesia Católica impulsó Octubre
como mes de María, y consagró el 11 de Octubre, festividad dedicada a ella,
como "Día de la Madre Católica". Pero en las últimas décadas perdió
fuerza la idea de separar a las madres "católicas" de las demás, y el
tercer Domingo de Octubre fue adoptado como "Día de la Madre
Universal".
Hoy
la celebración se ha secularizado, y prima la significación humana y social del
vínculo. El sentido religioso no ha desaparecido pero es más intimista. La
fiesta se celebra en familia y goza de gran aceptación. Los medios de
comunicación, el comercio y la industria colaboran ampliamente con ella, ya que
impacta en las ventas.
Algunos
ven con preocupación lo que llaman “mercantilización” y deploran que se hayan
olvidado sus orígenes milenarios, las concepciones espirituales que lo
alimentaron. Ante la mercantilización y el olvido, cabe entonces resignificar
el día. Su sentido primero nos ofrece un amplio territorio, pues ahí vemos la
figura de la Madre en la administración del clan y el culto. Esta idea es
interesante, porque nos permite trabajar para superar el patriarcalismo
“natural” de nuestro sistema social, y sobre todo del familiar.
Luego
está, como símbolo viviente de ese misterio matriz, nuestra mamá, y con ellas
las que hay a nuestro lado, en todos los tiempos, que pusieron el cuerpo para
que otros vivieran. En eso reside la inquietud que plantea la Madre, no solo
como símbolo de la vida, sino también como sujeto social dominado por las
fuerzas sociales.
Tras
el homenaje del día están las prácticas de todos los días. Allí vemos el cuerpo
de la Madre como territorio cruzado por debates e intereses, ante un sistema
social que las presiona para producir hijos para el mercado o la guerra. El
mismo cuerpo que será proclamado como posesión por la arcaica ilusión masculina
del poder, esclavista y agresiva. Ese es el desafío que enfrenta una sociedad
que al privilegiar a madre redobla su apuesta por la paz y la comprensión
amenazadas.