jueves, 13 de agosto de 2015

Viaje a Sumampa

Informe de campo
27 al 29 de mayo de 2015


En 2009 inicié, con algunos compañeros reales y otros imaginarios, una serie de viajes por distintas ciudades de Santiago del Estero, con el propósito de actualizar la mirada sobre los procesos de transformación actuales, y al mismo tiempo efectuar un diagnóstico rápido de sus recursos humanos e institucionales, a saber: personas capacitadas para integrar equipos técnicos, las instituciones a que pertenecen,  y sus articulaciones con la Municipalidad local, el gobierno provincial y nacional. Otro centro de mi interés era la gestión educativa de nivel medio y superior; las bibliotecas de que disponían y su nivel de actualización; y el tratamiento que se daba a la historia provincial y local. Este enfoque combinaba el capital social y el patrimonio cultural en sus distintas dimensiones (arqueológica, archivística, arquitectónica, folklórica, escultórica, plástica, etc.).

Trabajar en equipo me permitió mejorar mis objetivos. El mío solo pretendía emular los Viajes de un maturrango de mi respetado maestro Juan B. Ambrosetti (1897, 1967), adecuándolas por cierto a la modesta escala de mis posibilidades y circunstancia.  Se trataba de viajar a contrapelo de la migración y la investigación que succionan, no solo para devolver alguito, sino principalmente para compartir ideas y proyectos ante el desafío de un cambio rápido en muchos planos que nos involucran y comprometen.

En muchos diálogos con quienes cooperaron con este proyecto traté de darle forma concreta. De este modo visité Colonia Dora, Icaño, Ojo de Agua, Tintina, casi siempre llevando una pequeña muestra de libros y algunos mapas geo-ambientales (del INTA), gráficos y dibujos. En los últimos viajes agregué algunas plaquettes de poesía argentina contemporánea, que tuvo gran éxito, por lo que estoy diseñando una serie de autores santiagueños y regionales que la complementen.

Esta no es sino una de las áreas de vacío que se observan en la actualidad entre nosotros, los habitantes de esta provincia, que aún no conocemos bien. Sigo en este punto la orientación de otro querido maestro, Néstor René Ledesma, que me enseñó a valorar lo que somos y tenemos, y el riesgo ambiental que produce la acción humana, y la necesidad del conocimiento para orientarla con otros valores. Extendí este razonamiento al conocimiento del pasado, observando también brechas que la educación formal no logra cubrir por el momento, y que hacen necesarias otro tipo de intervenciones.

El diseño de prototipos que promovemos en estos viajes -una biblioteca móvil, un museo local, protección del patrimonio arqueológico, etc.- tiene esta función. También es necesario explorar los derechos de las comunidades y municipios a participar en las investigaciones sobre su patrimonio, y a disfrutar de sus hallazgos, por lo que vemos un tema que deberá contemplar la próxima ley provincial. Por último, en materia de educación trans-áulica, procuramos integrar de mejor modo los hallazgos en historia y arqueología, más vivencial y atractiva, utilizando los crecientes recursos de la fotografía, radiofonía y la televisión, además de los antes citados.

Motivo

En este caso fui invitado por el ISPP N° 5 para participar, mediante una disertación en la Jornada en que celebraban su 25° aniversario. Durante mi paso por la institución la Rectora, Prof. Lorena Bravo, y el Prof. Carlos Torrez me acompañaron en todo momento, presentándome a docentes y estudiantes. Se trataba de un evento de tres días, con una variada agenda que incluía pintura, poesía, música, libros, danza, paneles de profesores, trabajos de los/as estudiantes, etc. 

En mi charla abordé los siguientes temas:

·         Visita a la historia de Sumampa, de Santiago del Estero, la Argentina y el mundo, y la necesidad de su actualización.
·         Consideré luego el espacio local, en especial su Ambiente, la Comunidad y el Municipio, y sus responsabilidades en la gestión de la historia y el patrimonio.
·         Por último hablé del Encuentro de Jóvenes Investigadores 13, invitándolos a participar con diagnósticos locales.

La respuesta fue, a mi criterio, positiva, con numerosos diálogos, aportes e interrogantes que hablaban de un lenguaje y un campo de sensibilidad común.

Recorridos, entrevistas y observaciones

Visité  Sumampa Viejo guiado por Mauricio Oroná. Dado que había estado en el lugar en 1977, miré con particular interés y emoción las características de la vieja villa. Desde el exterior apreciamos el histórico templo de Nuestra Señora de la Consolación, de estilo románico colonial. Comprobé con brújula su exacta orientación al Este, y que la torre del campanario ubicada en el extremo Norte de la fachada. También observamos el templo inconcluso desde 1938, que en los últimos años ha sido cubierto por un techo de chapa para protegerlo hasta su reanudación. 
                                                                               (Fotografía de Luciano Galeano)

Muy cerca, frente al templo, se encuentran los presuntos restos del oratorio que lo precedió. El pasado irrumpe y me lleva a recordar la vieja historia, aún sin libros a mano, así que restad mis errores y excesos.

El consuelo del amante

Resulta que la ahora mítica imagen de María -una pequeña escultura de bulto, de unos 35 cm de altura y no más de dos kilos- hizo un viaje asombroso, de Brasil al Puerto de Buenos Aires, y de allí a Santiago.


(Fotografía de Luciano Galeano)

Venía con una hermana de semejante porte, y habían sido encargadas a un escultor de Brasil por un vecino del pago de Sumampa, de origen portugués el hombre, Farías de Sa su apellido, en algún momento del siglo XVII.  Descontamos su fe y su capital, y en cuanto a su fortuna me quedo pensando. Extraño sino el suyo. Amaba a una mujer de un tiempo lejano, y en un lugar también remoto compró nada menos que dos imágenes que la representaban: ¿así lo requería su ansiosa devoción multiplicada? ¿acaso previó la amarga suerte del azaroso camino que seguirían sus mujeres?

No lo sabemos, pero aquí viene el drama de Don Antonio, que bien podría narrar un tango: ninguna de ellas, que por otra parte eran suyas, como bien sabía él, que las había pagado, quiere llegar hasta su casa. La primera se baja junto al río Luján, y la segunda, ya muy cerquita de su estancia de Sumampa. Ambas toman la decisión, y los bueyes y los carreros lo saben. Lo cierto es que el hombre, con sabiduría no exenta de pasión, habráse conformado a los hechos. "Qué bueno. Al menos tú llegaste, Señora. Y donde pisaste, es tu tierra, que no la mía". Y allí fue construido su primera casa, en un montículo rodeado de piedras, protegida en la roca, a unos 40 metros del templo cuya construcción se inició un tiempo después. 

Debemos pues a este hombre emprendedor, realista y un tanto melancólico -pues no otra cosa requiere el carácter del amante desdeñado que se consuela con la migaja de una sonrisa de ella, al pasar, uno de los más singulares mitos de esta región. "El consuelo está en la contemplación", dirá el Don Antonio, un precursor del Morel de Bioy Casares.

Takanas

En la zona aledaña nos detuvimos ante un número de aproximadamente quince a veinte morteros (takanas) excavados en rocas aproximadamente planas.

                                                                                        (Fotografía de Mauricio Oroná)

Estas perforaciones, con dimensiones que oscilan entre 15 a 20 cm de ancho y hasta 30 cm de profundidad, en su perfecta sencillez, son reveladoras del orden social de una época. La tecnología del labrado de la piedra puesta al servicio de la industria manufacturera de una economía agropecuaria. Cosecha y molienda. La elaboración de harina es ya un logro de una sociedad que ha desarrollado sus técnicas de alimentación, pasando de lo crudo a lo cocido, según la distinción de Claude Levi-Strauss. Por de pronto, permite ser conservada. Es ahorro, comida para el día de mañana que se guardará en la pirua o el zarzo.

Ahora vamos a la tarea. Puede presumirse que varones fueron los que excavaron el mortero, y mujeres las que recolectaron y molieron. Tras cada takana hay varias manos, una de piedra y las demás de carne, y ellas ya se han perdido. Queda lo hoquedad, el vacío que denuncia la presencia. Cada takana tuvo un nombre, como los bancos de la capilla. En la foto se ven cuatro, pero hay otros quince en las inmediaciones. Un conteo preciso dará cuenta de la cantidad de grupos familiares que habitaban la aldea en su momento de máximo poblamiento. Si la hipótesis es correcta, llegó a haber en este sitio una población de hasta 19 grupos que compartían la olla, que multiplicados por el número que estiman antropólogos y etnohistoriadores, desde Boserup a Lorandi, arroja una cifra de entre ... y ... personas. Ya haré la cuenta.

De cualquier modo, cosecha y molienda eran parte de un ritual, antes sagrado que agronómico. Lo marcaba el tiempo. Era gregario. Se cantaba. Y no podía salir buena harina si no era cantada y celebrada como un don. De modo que takana es símbolo de comensalidad, de vida aldeana y culto compartido.

Mantuve luego una entrevista con Marcela Acuña, Directora de Turismo de la Municipalidad y con el Intendente Dr. Marcelo Bernasconi, a quienes expliqué el motivo de la visita y entregué la documentación que llevaba, a saber: copias de trabajos de Roque Gómez, invitación al EJI 13, y anteproyecto de biblioteca rural. Fue manifiesta la preocupación de estos funcionarios por la cuestión patrimonial, y en especial la arqueológica.

También entrevisté a Mauricio Villarroel, que me describió sus investigaciones históricas y lingüísticas, contenidas en su libro Sanavirones. En el confín de las tierras bajas (Subsecretaría de Cultura 2013) y en la revista Ñaupa Cunan. Asimismo su trabajo sobre Villa Quebrachos y la estancia El Cauteloso, vinculadas a la trayectoria del Coronel Fernández a fines del siglo XIX.

La conversación casual con José Chamy Sánchez de aproximadamente 17 años me permitió apreciar uno de los talentos que hay que apoyar. Hablamos principalmente de poesía, y leyó con interés varias de las plaquettes que llevaba. Por supuesto, él también escribe y quedamos en otro encuentro para conocer sus poemas. Le pregunté sobre los escritores del lugar y me habló de Ricardo Perea, conocido como "Pájaro", y del ya fallecido Gastón Zalazar, a quien ya admiraba por uno de sus libros. Le pregunté por su trabajo; es en una casa de comercio. Le pregunté sobre su vocación; es la mecánica. A la pregunta de si tenía algún proyecto respondió que quiere especializarse en mecánica electrónica, lo que requeriría ir a estudiar a otra ciudad.

El hotel Caspi Huasi donde me alojé contiene varias obras en madera de factura artesanal, entre las cuales descolla un tronco de 3 m de largo y 0,50 m de diámetro, excavado con hacha en forma de canal cuadrangular de 0.25 m de ancho x 0,25 m de profundidad por 1,80 m de largo, medidas estimadas. Tal obra merece su atención por varias razones que no cabe detallar aquí.

Encontré en Sumampa un campo fértil para el diálogo, expresado en la disposición de sus cuadros intelectuales y directivos a la investigación y el cuidado de su patrimonio. Me acordé de mi primer viaje a este lugar, en el invierno del 77, cuando visité la capilla de la Virgen, y sentí la profunda magia de la consolación, Eran las 11 de la mañana, las puertas abiertas y la capilla desierta. En un reclinatorio cercano, alguien había depositado el cuerpo de un colibrí. ¿Era un símbolo de la muerte que se enseñoreaba del país? ¿Era el espíritu libre de Manuel Belgrano, que también había rezado allí, mientras ponía su vida en la causa?

Nunca lo sabré, pero sí que la emoción fue profunda, una peak-experience, como se dice. En la oración, que es el mantra ritual, en la respiración acelerada del niño que se enfrenta al misterio, en los ojos que sienten las lágrimas por dentro, hallé consuelo, y comprendí algo a Don Antonio.

Me queda por visitar la Biblioteca Popular Sumampa, y la librería del Sr. Jeanot. (continuará).